Y así me tienes hoy, a principios de noviembre (no es cierto, diciembre... sí, me tienes bien pinche) Enamorada.
Y no puedo quitar la sonrisa todo el tiempo que hablo contigo. Eso significó hoy, en total, 45 minutos a diente pelado.
Y me encanta la voz que pones cuando me lees poesías. Haciéndote el intelectual. Y me da risa, que aún escribiendo esto, que sé que nunca leerás, me ria. Amo a Sabines, hoy más que nunca.
Te quiero Che, aunque nunca lo haya dicho. ¿Por qué no quieres que escriba después de hablar contigo? No se si tienes miedo a qué pueda escribir de tí. Debería tener miedo yo. Cualquier día me descubres y te das cuenta de todo lo que me haces sentir. Sospecho que ya lo sabes de todos modos... Que hasta ganas me dan de escribir poesía y de no sentirme ridícula.
Pero más ganas tengo de tenerte cerca, y que diciembre vuele igual que enero, y de verte y de una vez por todas, darte el beso que me he escondido tanto tiempo. O que no me has querido robar.
Estoy que floto. Estás cabrón. Y tu estrategia funciona, porque sí,
te necesito.
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